Itinerario N° 4 - Somos felices en la Iglesia de Jesús
ÍNDICE
PRIMERA ETAPA: La vida cristiana es comunitaria
1. Recordemos el camino recorrido
2. Todos vivían unidos
3. "Con la fuerza del Espíritu Santo"
4. Con "un espíritu nuevo" en el corazón
5. Un proyecto de vida llamado santidad
6. Aquí estamos, Señor
7. "Creo en la Iglesia"
8. "Llamó a los que quiso"
9. Abrazo amoroso del Padre
10. Me levantaré e iré a donde mi Padre - CELEBRACIÓN PENITENCIAL
11. Somos la Iglesia del Señor
12. Vimos una gran multitud
13. Hagan ustedes lo mismo
14. Creciendo en el amor
15. Las huellas de Dios
16. Cuidadores de la creación
17. Señor, auméntanos la fe - CELEBRACIÓN DE LA FE
______________________________________________
SEGUNDA ETAPA: VIVIMOS COMO HIJOS LIBRES
18. De nuevo juntos
19. Elegimos siempre lo mejor (Las Virtudes I)
20. Seamos perfectos (Las Virtudes II)
21. La verdad nos hace libres (Los Mandamientos)
22. Para ser libres nos libertó Cristo
23. Dios nos regala la vida
24. Señor enséñanos a orar - Entrega del Padre Nuestro
25. Queremos una larga vida (4° Mandamiento)
26. Somos templo del Espíritu Santo (6° y 9° Mandamientos)
27. Digamos siempre la verdad (2° y 8° Mandamientos)
28. Acumulemos tesoros en el cielo (7° y 10° Mandamientos)
29. El amor nos viene de Dios (1° y 3° Mandamientos)
30. Somos verdaderamente felices
31. Un cielo nuevo y una tierra nueva
32. Nos espera lo mejor
33. Tenemos una Madre Buena
34. Tu palabra nos da vida: clausura de la segunda etapa - Entrega de la Biblia
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Este itinerario en dos etapas es sugerido para realizarlo después de la Primera Eucaristía y primera Confesión. La realidad constatada en nuestras parroquias de que una vez celebrados los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, los niños y niñas no acuden a la celebración eucarística dominical, y mucho menos vuelven por la parroquia, ha llevado a muchos catequistas a plantear la necesidad de proponer un itinerario catequístico de Iniciación Cristiana para ser realizado antes de entrar de lleno en la preparación para la celebración del sacramento de la Confirmación y para mantener el ritmo que debe seguir la formación del cristiano como verdadero discípulo de Jesús.
Creemos que será un camino muy difícil de recorrer, pues los principales obstáculos se encuentran al interior de las familias y de las mismas parroquias, pero estamos convencidos que no obstante las dificultades, hay que empezar a dar pasos concretos en la realización de la Iniciación Cristiana, pues creemos las palabras de nuestros obispos en Aparecida: “La iniciación cristiana, que incluye el kerigma, es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado” (Aparecida 288).
Este itinerario se desarrolla en dos etapas. Primera etapa “LA VIDA
CRISTIANA ES COMUNITARIA”, aquí veremos que los discípulos de Jesús están invitados por el Señor a vivir en comunidad. Esta invitación fue muy bien acogida por los primeros discípulos al punto que se han convertido en modelo de vida cristiana en comunidad, “miren como se aman”. Por esto es importante que el catequista se esfuerce por lograr en todos los encuentros de este itinerario, especialmente en la primera etapa, la participación activa, entusiasta y alegre de los niños y niñas. Se recomienda conocerlos muy bien en sus habilidades y gustos para proponerles actividades en que las pongan en práctica al servicio de la “pequeña comunidad catequística” de la cual están formando parte ahora. Por ejemplo, el canto, el baile, la recitación, las presentaciones teatrales, los juegos, las dinámicas y otras.

La segunda etapa “VIVIMOS COMO HIJOS LIBRES”, aquí veremos la necesidad de profundizar en lo que el Señor nos da y enseña para vivir en comunidad como auténticos discípulos suyos. El catequista acompaña y guía a los niños y niñas en su caminar con el Señor que los invita a ser perfectos, a ser santos, practicando las virtudes y cumpliendo los mandamientos, es decir, a vivir como verdaderos hijos libres de Dios. Se esfuerza por presentarles las virtudes y los mandamientos de la ley de Dios como un don, un regalo del Señor que nos ayuda a vivir la verdadera felicidad, la que Él da a quienes los cumplen.
ALGUNOS RASGOS Y CARACTERÍSTICAS
DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS ENTRE 12 Y 13 AÑOS
El preadolescente siente que su niñez se va alejando y cree que todos a su
alrededor se están dando cuenta…, descubre la alegría de sentirse distinto y con ínfulas de mayor. Comienzan a aparecer intereses que lo impulsan a razonar, discutir, criticar… Sus centros de atención varían en relación con la influencia de la madurez intelectual, de los cambios en su cuerpo y de los condicionamientos del ambiente… Comienza a experimentar un profundo sentido de responsabilidad, por ejemplo:
Se comienza a descubrir protagonista de sus acciones…, y asume el protagonismo, con desconcierto, inseguridad, ansiedad, esto debido a su crisis de identidad y su carencia de una experiencia suficiente que lo reafirme y asegure en sus acciones.
Frecuentemente choca con la autoridad adulta y con todo lo que le pueda representar cohesiones, se multiplican los conflictos, con frecuencia los verbales. Siente la necesidad de las normas y el orden…, pero reacciona agresivamente cuando éstas afectan su persona o mejor, cuando restringen algunos de sus comportamientos.
Decrece su necesidad de comunicación, en ella descubre la solidaridad
casi como algo que reclama respeto máximo, este nivel de comunicación se da
sobre todo en el grupo de amigos, casi siempre de su misma edad. En esta etapa
la intimidad es considerada como un gran valor, (no quieren que nadie los escuche
cuando están hablando por teléfono, por ejemplo; cierran la puerta cuando se
están vistiendo, y casi siempre escogen su propia ropa, que con frecuencia los
padres la encuentran inapropiada), y reclaman el respeto ajeno y la comprensión
de los demás.
LA RELIGIOSIDAD PREADOLESCENTE
Dependencia de la formación religiosa anterior: Si se ha seguido un
proceso coherente y sistemático durante la
infancia, la preadolescencia suele transcurrir con mucha armonía en el ámbito
religioso. La afectividad y la sensibilidad femenina conducen a que la muchacha
se muestre generalmente más cumplidora, más sensible y más religiosa. El chico
se siente más impulsado a los respetos humanos, a los planteamientos morales y
a la intercomunicación con los demás.
Muy dependiente de las circunstancias educativas en que se desenvuelve su vida: la familia, la escuela, los grupos cristianos o las actividades parroquiales. Puesto que la personalidad no se halla todavía consolidada, conviene estar siempre muy cerca del preadolescente para indicarle el camino, para acompañarle en su crecimiento, para ayudarle a configurar sus criterios y a encontrar las mejores opciones que le permitan apropiarse de valores espirituales auténticos y transformadores.
La catequesis deberá partir de la vida concreta del preadolescente, de los interrogantes que se plantea, iluminando cristianamente las experiencias que vive. Los preadolescentes tienen necesidad de trabajar y comprometerse apostólicamente en grupo. Para los preadolescentes, asistir al grupo de Catequesis, es la oportunidad de salir de casa, de ser mayores, de no tener que acudir a actividades donde los padres estén presentes, es un paso más en su iniciación en esa vida adulta que a esta edad, muchos ya empiezan a desear.

El tipo de actividades que pueden satisfacer sus necesidades y hacerlos sentir a gusto son más fáciles de hallar. Sus gustos, a diferencia de los adolescentes, todavía no están tan formados ni definidos; los preadolescentes mantienen todavía rasgos infantiles que hacen que disfruten del juego y las competencias
al aire libre.
Cualquier tema tratado debe terminarse con una celebración de lo que hemos
descubierto. Se puede celebrar desde la fe, sin recurrir a una celebración
litúrgica, las experiencias de la amistad, el encuentro, la libertad, el
pueblo, la vida, el amor, la unidad, la solidaridad, así como la experiencia
religiosa expresada a través de símbolos como la luz, el agua. Teniendo en
cuenta que en este itinerario ya han celebrado su primera Eucaristía y
Confesión, las celebraciones que se realicen aquí les servirán de
introductorias para el itinerario de preparación a la Confirmación que viene
después.
Los catequistas para este itinerario
Los catequistas en esta etapa de iniciación han de poseer cualidades como:
1. Recordemos el camino recorrido
2. Todos vivían unidos
3. "Con la fuerza del Espíritu Santo"
4. Con "un espíritu nuevo" en el corazón
5. Un proyecto de vida llamado santidad
6. Aquí estamos, Señor
7. "Creo en la Iglesia"
8. "Llamó a los que quiso"
9. Abrazo amoroso del Padre
10. Me levantaré e iré a donde mi Padre - CELEBRACIÓN PENITENCIAL
11. Somos la Iglesia del Señor
12. Vimos una gran multitud
13. Hagan ustedes lo mismo
14. Creciendo en el amor
15. Las huellas de Dios
16. Cuidadores de la creación
17. Señor, auméntanos la fe - CELEBRACIÓN DE LA FE
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SEGUNDA ETAPA: VIVIMOS COMO HIJOS LIBRES
18. De nuevo juntos
19. Elegimos siempre lo mejor (Las Virtudes I)
20. Seamos perfectos (Las Virtudes II)
21. La verdad nos hace libres (Los Mandamientos)
22. Para ser libres nos libertó Cristo
23. Dios nos regala la vida
24. Señor enséñanos a orar - Entrega del Padre Nuestro
25. Queremos una larga vida (4° Mandamiento)
26. Somos templo del Espíritu Santo (6° y 9° Mandamientos)
27. Digamos siempre la verdad (2° y 8° Mandamientos)
28. Acumulemos tesoros en el cielo (7° y 10° Mandamientos)
29. El amor nos viene de Dios (1° y 3° Mandamientos)
30. Somos verdaderamente felices
31. Un cielo nuevo y una tierra nueva
32. Nos espera lo mejor
33. Tenemos una Madre Buena
34. Tu palabra nos da vida: clausura de la segunda etapa - Entrega de la Biblia
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INTRODUCCIÓN
SOMOS FELICES EN LA IGLESIA DE JESÚSEste itinerario en dos etapas es sugerido para realizarlo después de la Primera Eucaristía y primera Confesión. La realidad constatada en nuestras parroquias de que una vez celebrados los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, los niños y niñas no acuden a la celebración eucarística dominical, y mucho menos vuelven por la parroquia, ha llevado a muchos catequistas a plantear la necesidad de proponer un itinerario catequístico de Iniciación Cristiana para ser realizado antes de entrar de lleno en la preparación para la celebración del sacramento de la Confirmación y para mantener el ritmo que debe seguir la formación del cristiano como verdadero discípulo de Jesús.
Creemos que será un camino muy difícil de recorrer, pues los principales obstáculos se encuentran al interior de las familias y de las mismas parroquias, pero estamos convencidos que no obstante las dificultades, hay que empezar a dar pasos concretos en la realización de la Iniciación Cristiana, pues creemos las palabras de nuestros obispos en Aparecida: “La iniciación cristiana, que incluye el kerigma, es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado” (Aparecida 288).
Este itinerario se desarrolla en dos etapas. Primera etapa “LA VIDA
CRISTIANA ES COMUNITARIA”, aquí veremos que los discípulos de Jesús están invitados por el Señor a vivir en comunidad. Esta invitación fue muy bien acogida por los primeros discípulos al punto que se han convertido en modelo de vida cristiana en comunidad, “miren como se aman”. Por esto es importante que el catequista se esfuerce por lograr en todos los encuentros de este itinerario, especialmente en la primera etapa, la participación activa, entusiasta y alegre de los niños y niñas. Se recomienda conocerlos muy bien en sus habilidades y gustos para proponerles actividades en que las pongan en práctica al servicio de la “pequeña comunidad catequística” de la cual están formando parte ahora. Por ejemplo, el canto, el baile, la recitación, las presentaciones teatrales, los juegos, las dinámicas y otras.

La segunda etapa “VIVIMOS COMO HIJOS LIBRES”, aquí veremos la necesidad de profundizar en lo que el Señor nos da y enseña para vivir en comunidad como auténticos discípulos suyos. El catequista acompaña y guía a los niños y niñas en su caminar con el Señor que los invita a ser perfectos, a ser santos, practicando las virtudes y cumpliendo los mandamientos, es decir, a vivir como verdaderos hijos libres de Dios. Se esfuerza por presentarles las virtudes y los mandamientos de la ley de Dios como un don, un regalo del Señor que nos ayuda a vivir la verdadera felicidad, la que Él da a quienes los cumplen.
ALGUNOS RASGOS Y CARACTERÍSTICAS
DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS ENTRE 12 Y 13 AÑOS
El preadolescente siente que su niñez se va alejando y cree que todos a su
alrededor se están dando cuenta…, descubre la alegría de sentirse distinto y con ínfulas de mayor. Comienzan a aparecer intereses que lo impulsan a razonar, discutir, criticar… Sus centros de atención varían en relación con la influencia de la madurez intelectual, de los cambios en su cuerpo y de los condicionamientos del ambiente… Comienza a experimentar un profundo sentido de responsabilidad, por ejemplo:
Se comienza a descubrir protagonista de sus acciones…, y asume el protagonismo, con desconcierto, inseguridad, ansiedad, esto debido a su crisis de identidad y su carencia de una experiencia suficiente que lo reafirme y asegure en sus acciones.
Frecuentemente choca con la autoridad adulta y con todo lo que le pueda representar cohesiones, se multiplican los conflictos, con frecuencia los verbales. Siente la necesidad de las normas y el orden…, pero reacciona agresivamente cuando éstas afectan su persona o mejor, cuando restringen algunos de sus comportamientos.
LA RELIGIOSIDAD PREADOLESCENTE
Dependencia de la formación religiosa anterior: Si se ha seguido un

Muy dependiente de las circunstancias educativas en que se desenvuelve su vida: la familia, la escuela, los grupos cristianos o las actividades parroquiales. Puesto que la personalidad no se halla todavía consolidada, conviene estar siempre muy cerca del preadolescente para indicarle el camino, para acompañarle en su crecimiento, para ayudarle a configurar sus criterios y a encontrar las mejores opciones que le permitan apropiarse de valores espirituales auténticos y transformadores.
La catequesis deberá partir de la vida concreta del preadolescente, de los interrogantes que se plantea, iluminando cristianamente las experiencias que vive. Los preadolescentes tienen necesidad de trabajar y comprometerse apostólicamente en grupo. Para los preadolescentes, asistir al grupo de Catequesis, es la oportunidad de salir de casa, de ser mayores, de no tener que acudir a actividades donde los padres estén presentes, es un paso más en su iniciación en esa vida adulta que a esta edad, muchos ya empiezan a desear.

El tipo de actividades que pueden satisfacer sus necesidades y hacerlos sentir a gusto son más fáciles de hallar. Sus gustos, a diferencia de los adolescentes, todavía no están tan formados ni definidos; los preadolescentes mantienen todavía rasgos infantiles que hacen que disfruten del juego y las competencias
Los catequistas para este itinerario
Los catequistas en esta etapa de iniciación han de poseer cualidades como:
·
Conocer los elementos principales de la psicología de los niños,
también un conocimiento de la situación social-ambiental en la que viven.
·
Poseer un claro conocimiento de la iniciación cristiana y de sus dinamismos catequético y litúrgico,
de fraternidad eclesial y de testimonio.
·
Explicar fielmente y de manera creativa el Evangelio de Jesús y la
totalidad de la fe cristiana. Leer atentamente los numerales del Catecismo de la Iglesia católica
que se indican en la mayoría de los temas.
·
Conocer las técnicas elementales de la comunicación y hacer que la participación de los destinatarios sea
lo más activa posible.
·
Entender que los temas propuestos en este itinerario son una guía que debe estudiarse con mucho
cuidado y creatividad para hacerlos asequibles a la realidad concreta que viven
los catequizandos.
·
Desarrollar cuidadosamente el texto preparado para los niños y
niñas, esto le evitará improvisaciones.
Pasos de cada encuentro:
Título
del tema
¿A dónde queremos llegar? (meta)
1. Miremos la vida
2. Escuchemos al Señor
3. Detengámonos
4. Celebremos con alegría
5. Obras son amores
6. En la casa
Anotación:
Se sugiere que, para los encuentros celebrativos de las entregas,
participen los padres de familia o algún adulto con quien ellos conviven en
sus casas. En la medida de lo posible pedir al
sacerdote que acompañe estos encuentros celebrativos.
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